Exterior, noche, salgo del Gaumont y me paro a mirar los posters de las distintas películas en cartelera. Dispuestos en las puertas transparentes por las que acabo de salir, los posters tienen imágenes llamativas, coloridas, pero yo le presto particular atención a los nombres en letra chica, buscando un nombre familiar. Por esas mismas puertas sale un muchacho, despeinado, zaparrastroso, incoloro, oloroso. Rápidamente deja las cosas que lleva debajo del brazo en un colchón que está tirado a un costado del cine y se dirige hacia mí.
"Está esta muy buena... Está también... Está esta masomenos pero a mí me gusto igual..."
Me decía mientras señalaba con el dedo los distintos posters: Los justos, Berta y Pablo, alguna que otra película animada infantil, en cartelera por las vacaciones de invierno.
"Está me hizo llorar..."
Me dice, señalando una película animada de ositos. Yo, curioso de a dónde llevará la interacción, le señalo uno de los posters.
"Las corredoras... está te la recomiendo, a mí me gusto mucho"
Sonríe y me responde:
"Ja esa me encanta, la vi como cuatro veces ya"
Algo de ternura me desborda, es cómo si estuviese todo bien, en todos lados, en la cabeza de toda la gente, por esos breves cinco segundos de interacción. Me quedo en silencio, con una sonrisa dibujada en mi rostro. Yo no lo ví, pero él también tenía una sonrisa fijada, al seguir viendo los posters. La calle detrás nuestro rugía sonidos nocturnos, de autos, de gente pasando, de vendedores vendiendo artículos vendibles, comestibles, bebibles y la luz que emanaba el cine nos terminaba de iluminar, cómo se ilumina una epifanía en la cabeza de un director brillante. Cinco segundos, para seguir con la misma mierda de siempre, otros cinco segundos más. Sin mediar palabra cada uno volvió a su rutina mental habitual; ordenar mis cosas en el piso, acomodar mis frazadas, esconder mi bolsita entre las frazadas, sobrepensar, siempre adelantando el tiempo, para así el tiempo pasa más rápido, supongo. Entró una vez más al cine, a mirar los posters, electrónicos, que hay dentro. Afuera se queda él, sentado en el piso, cómodo, supongo.