Lo sostenía mientras sonreía amena, tranquila, y con una certeza letal.
Era una monarca, de esas que pocas veces se posan cerca nuestro.
Ellas vuelan entre lirios y crisantemos y son felices en esa breve pero intensa existencia.
Rompen su capullo.
Explotan y se cristalizan en una vida, que busca solo una cosa y nada más.
El amor,
El amar.
A otra mariposa, a alguna persona, si se confunden en el camino, pero no hay existencia más pura que la que ellas cargan.
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